22 de julio de 2017

Cap. 10: Interludio

Pues lo hermoso no es otra cosa que el comienzo de lo terrible
en un grado que todavía podemos soportar. Todo ángel es terrible.
Rainer Maria Rilke


«Si pudiese entender el trueno, la estridencia o, como mínimo, el murmullo que precede a la debacle, podría adelantar los hechos y contarlos. Pero lo cierto es que el entendimiento no descifra significados brutales. Ni siquiera los significados nacidos de los actos propiciados por uno mismo. Puedo saber cómo y por qué mata un humano, por ejemplo, pero jamás sabré qué significa ese acto: ¿poder?, ¿lascivia?, ¿diversión?, ¿justicia?, ¿venganza? Es imposible descifrarlo y eso es precisamente lo que quiero hacer: descifrar el significado de los hechos para adelantarme a la historia que está por nacer. Pero, ¿puedo rasgar este velo denso y violento que nos envuelve y vislumbrar siquiera lo que se avecina? No. No puedo. ¿Qué hacer entonces? Especular es de necios. Sólo queda testificar los días y sus horas. Incluso a mí, que he movido tantos hilos y he susurrado en tantos oídos, sólo me queda testificar.

Por estos días los gritos han aumentado. Los muertos se suceden unos tras otros como anécdotas malvadas y los medios los refieren agregando tinta y estadística al dolor. Como malditos, los victimarios disparan, patean humillan y desprecian enarbolando las banderas de la justicia, la patria, la soberanía, el pueblo y otras coartadas para esconder su podredumbre moral. Como malditos, las víctimas gritan, pelean, apedrean, incendian enarbolando las banderas de la patria, la soberanía, el pueblo y otras coartadas para esconder su carencia imaginativa e intelectual. Como malditos se escupen consignas que, significando lo mismo, no significan nada. Esta especie, a la que se dio el don del lenguaje, no se le dio el don de la inteligencia. Es una especie maldita.

Por estos días, quienes no tienen la suerte de huir confortablemente, cruzan las fronteras con sus pertenencias, sus hijos y sus pesadillas para habitar otras injusticias en otros estercoleros. No abrigan la esperanza de un futuro mejor, apenas si esperan comer y no morir asesinados en manos de un canalla que, por no haber jugado de niño, quiere jugar con vidas y con muertes. Por estos días, en nombre del amor, el odio se ha entronizado en vidas que debían ser nobles y hermosas: por estos días, los jóvenes odian tanto o más que sus mayores y envejecerán, quienes lo logren, odiando como nunca odiaron sus mayores. Por estos días, ser estúpido es admirable y ser canalla un héroe.

Por estos días, opinar es una compulsión tan urgente como las selfies y la palabra ha perdido valor por carencia de silencios. Por estos días, cantar follar abrazar besar bailar festejar soñar reír pensar concebir parir partir nacer morir… cualquier verbo que celebraba la existencia humana, cualquier acto, por simple que fuese, que hablase del hermoso privilegio de habitar el mundo como un humano, se ha convertido en un acto político, en una declaración: estoy con este bando. Por estos días, las ideas están cubiertas por una asquerosa y maloliente brea, o quizá sea tan solo mierda, después de todo.

Por estos días, vi a un pequeño niño en la calle vestido con los colores predilectos de El Gran Padre. Cabalgando los hombros de un hombre y rodeado por adultos ataviados como él, vociferaba consignas guerreras al grupo apostado frente a ellos a la espera de la confrontación. Un niño hermoso que debía estar jugando. Por estos días, me entristeció tanto la belleza. Por estos días lloré a esta especie maldita y seguí mi camino. Merecen ser castigados. Merecen el horror, pensé».

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