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28 de mayo de 2012

Parque El Calvario... Pinhole

Abandonado durante largo tiempo a la suerte de los espacios marginales, el Parque Ezequiel Zamora, mejor conocido como Parque El Calvario, ha sido rescatado y recuperado por La Alcaldía de Caracas y PDVSA La Estancia y es, sin duda alguna, una de las experiencias (y sorpresas) más gratas que he tenido en mucho tiempo en esta ciudad.

Aunque parezca increíble, sucede que en pleno centro de Caracas podemos disfrutar de sombra, brisa, árboles, magnífica atención y un elemento que casi no se encuentra ya en esta ciudad: silencio. ¡Por primera vez escuché el sonido del obturador de la cámara en exteriores! No exagero, es la verdad.

En fin, un espacio maravilloso del que vale la pena adueñarse. Mis fotos no le hacen justicia y, además, quedaron fuera muchas de sus atracciones, razón por la cual voy a volver para intentar (con más pericia, con trípode y cable disparador) fotografiarlas.

Para saber un poco de la historia del Parque Ezequiel Zamora, o de El Calvario, como se le ha llegado a conocer, visite este link de Wikipedia y para ver fotos muuuuucho mejores que las mías y una mejor crónica visite este enlace.

Sobre esta galería

Cámara: Holga 135 PC (Pinhole)
Diámetro del pinhole: 0,25 mm
Película: Kodak ColorPlus ISO 200 35mm
Técnica: Paciencia y salivita, pues no tenía trípode ni cable disparador.

Como con las imágenes anteriores, estas no han sido retocadas. Sólo usé Gimp para reducir el tamaño. Increíblemente, aunque no tenía trípode ni cable disparador, la Holga 135PC fue bastante precisa y la mayoría de las fotos salieron bastante bien, sin casi movimiento, si bien publico aquí las que salieron mejor iluminadas pues el Iso de la película (apenas 200) no permitió (en realidad un error de cálculo mío en los tiempos de exposición) fotos mejor detalladas. La última foto es una ñapa, se trata de la pequeña fuente que se encuentra en las escaleras de entrada al Centro Comercial Lido.

16 de marzo de 2012

Caracas pinhole... ¡de cartón!

¿Quién se roba una cámara de cartón? ¡Nadie! De manera que es buena idea esa de andar con una cajita de cartón haciendo fotos por una ciudad tan malandra como Caracas. Claro que todo el mundo te ve como un loco cada vez que la sacas, la apoyas en el suelo o en un banco, levantas una pestañita de cartón y cuentas los segundos (un missisipi, dos missisipi, tres... bueno, ustedes saben). También está el inconveniente de la pregunta: "¿Señor qué es eso?", y tener que explicar, bueno, qué es eso.

Pero quizá lo más ridículo fue el policía celoso del cumplimiento del deber que, después de hacerme 20 mil preguntas (arrancando con un amenazante ¿Qué haces?), no paraba de dar vueltas a mi alrededor vigilando, qué sé yo, ¿que la cajita de cartón que colocaba en la acera no fuese una bomba? Obviamente nunca creyó que era una cámara esteanopeica lo que yo cargaba... sobre todo porque le expliqué de la manera más rebuscada posible qué es una cámara esteanopeica y, claro está, usé muchas veces el término esteanopeica. Nada como un policía de Chacao. Como se creen la élite de la policía (ya saben, bonito uniforme, postura marcial, etc, etc, etc) intentan disimular su estupidez con unos "Umjú, ajá, entiendo", cuando les explicas algo. Fue particularmente divertido verle la cara cuando le hablé de la inversión de la imagen y toda la teoría.

No puedo decir con exactitud cuanto tiempo de exposición me llevó cada imagen salvo por la del arbolito de navidad en la Plaza Francia: 13 minutos exactos, medidos con cronómetro... ahora me arrepiento de no haber hecho otras tomas con tiempos distintos, unos minutos por encima y por abajo, para ver qué resultaba.

¡En fin, espero que les guste!
Sobre esta galería

Cámara: Pinhole de cartón. Fabricación casera
Diámetro del pinhole: 0,25mm aprox (muy aprox, ¡ok!)
Película: Lomography color negative ISO 400 y Kodak ColorPlus ISO 200 (ambas 35mm)
Técnica: Paciencia, salivita y uno que otro accidente
Negativos escaneados.

Como con las imágenes anteriores, estas no han sido retocadas. Sólo usé Gimp para reducir el tamaño. Lamentablemente, como el digitalizado se realizó con un scanner automático, éste eliminó los bordes irregulares que se extendían hasta los agujeros del cuadro de la película y que hubiesen dado un carácter más artesanal a las fotos. Muchas de las fotos no las coloco pues están muy movidas y, en algunos casos, sobresaturadas. La primera imágen, la doble exposición, fue un accidente afortunado pero ahora sé que se pueden hacer dobles exposiciones sin sobresaturar con una pinhole.

20 de febrero de 2012

Caracas B&N

Retomar un hábito después de muchos años de abandono es difícil, mucho más si este hábito depende directamente de una capacidad física que, lamentablemente, con la edad va disminuyendo. Este es el caso de la fotografía.

Hace unos años, armado con una maravillosa Olympus OM1, solía recorrer Caracas disparando -y enfocando- contra cualquier cosa que llamase mi atención. Mantenía en mente aquella línea de la canción Es mentira (Joaquín Sabina: Yo, Mi, Me Contigo): ...para mentiras las de la realidad / promete todo pero nada te da, y trataba de atrapar lo extraño, que siempre es lo real, en todo lo que pasaba frente a mi objetivo. Así, una pared terminaba siendo una textura; una escalera devenía perspectiva; un insecto transmutaba en monstruo; un edificio era un estorbo; un indigente era pregunta y aviso y desconcierto ...eran tiempos en que no necesitaba de mis bifocales para ver. ¡Ahora es otra cosa!

De modo que para retomar el hábito saltándome los impedimentos visuales debí optar por lo básico: una cámara sin muchas opciones para el enfoque (1, 2, 6, 10mts - infinito), dos aperturas del diafragma (F8 - F11), una velocidad de opturación (1/125 seg. y modo “B”) y sin selector de ISO... es decir, opté por ese riesgo llamado Holga. Y digo "riesgo" porque fotografiar con esta toy camera es una cuestión de cálculo y salto al vacío. No en vano su lema -y el de todas las cámaras lomográficas- es "dispara desde la cadera".

Y ya ven, de 2 rollos de 120mm sólo 10 fotografías resultaron publicables, el resto o salieron muy mal o ¡simplemente no salieron! Con todo, nada como la expectativa que se genera al esperar por el revelado y las emociones (distintas para cada fotograma) que se liberan al ver el trabajo.

Seguiré, pues, foteando con mi Holga y con dos retrocámaras más de las que publicaré lo publicable: Una Rollei 35 TE de 1979 y una Pinhole (cámara estenopeica) de cartón (fabricación casera), para mayor riesgo ...¡y al carajo la fotografía digital!

Espero que les guste el trabajo

Sobre esta galería

Cámara: Holga 120 CFN
Película: Ilford HP5 Plus 120mm, ISO 400 (2 primeras filas) / Fuji Acros 120mm, ISO 100 (Última fila)
Técnica: Doble exposición en las últimas 3 imágenes
Negativos escaneados.

Las imágenes no han sido retocadas con programa gráfico alguno, sólo usé Gimp para reducir el tamaño sin alterar en nada el resultado. El borde irregular que rodea las imágenes se logró con máscaras de cartón cortadas irregularmente y adheridas al interior de la cámara. En el caso de las 2 primeras filas, una de estas máscaras llevaba adherido un pequeño pedazo de vinilo transparente en el cual escribí mi nombre con una máquina de escribir... ¡fue un mal experimento!

22 de noviembre de 2010

Las calles ingeniosas

La confirmación de la vida es el ingenio. Por supuesto, muchas otras manifestaciones y conductas pueden confirmar que algo o alguien está vivo, pero es éste el indicador máximo, después de todo, cualquier otra cosa (llámese amor, odio, rebeldía, pensamiento, etc.) debe estar expresada con ingenio para destacarse, de lo contrario, van a parar en el vertedero habitual de las expresiones humanas, las cuales –seamos francos- no suelen ser muy, ¿cómo decirlo?, bueno sí: destacadas. Quizá por eso los animales son tan ingeniosos… quizá por eso lo son los artistas. Sobre todo los artistas de la calle.

Y es que hay tanto cadáver circulando por allí, que si no fuese por los artistas callejeros, diría que Caracas es el escenario de The Walking Dead, cuando no de The Driving Dead, nuestra versión caraqueña de una serie de zombies: montones de muertos-conductores apilados en las calles y avenidas, desplazándose con torpeza, habitando (apenas) la nada de un sistema muerto como ellos. Sabemos de la vida en Caracas por las pintas de sus calles.

Desde la opinión política hasta el sarcasmo de proclamar un Espacio recuperado por el arte callejero, estos artistas proclaman la vida de la ciudad con toda la gama de sabores y texturas que tiene. Nos recuerdan que en este hábitat de concreto, un grupo humano se niega a morir de inexpresión reivindicando el derecho a decir, como mínimo, estamos aquí, ¡existimos!… lo cual no es poco, en una ciudad que se debate entre el peligro del hampa y la estupidez edilicia.

Lo lamentable es que toda esta expresión se vea eclipsada en número -cuando no deteriorada- por la mancha ilegible de firmas (¡vamos, no son más que eso!) que no tienen más propuesta que la de proclamar un territorio. El peeing territory de quienes, a falta de feromonas, apelan al spray. Vana ilusión de estos humanos jugando al perro: en Caracas, sólo el concreto es el amo. Mas sin embargo, esta guerra por el territorio no deja de ser, también, una manifestación de la proclama de la vida. Podríamos decir que es un daño colateral en este grito colectivo, grito que celebra el ingenio de un grupo distinto de humanos, una subespecie que ha resultado mejor, incluso en sus errores, que la especie matriz.

He fotografiado estas obras (y no me da vergüenza llamarlas así) en algunos casos para dejar constancia del deterioro del que son víctimas (bueno, es arte efímero y no pretenden más) y en otros porque me arrancaron una sonrisa, aislándome, aunque fuera por un instante, del entorno decadente y canalla de este error en el que envejezco a diario. No son las mejores, ni las más elaboradas, pero son las que he hecho mías. De modo que, como pueden ver, no pretendo ser un crítico social, ni mucho menos crítico de arte. Busco, apenas, hacerle una pregunta: ¿sonríe usted cuando está en la calle?

Debería… hay seres vivos por allí.

En unas pocas cuadras

El espacio en donde se encuentran estas (y muchas otras más) muestras del ingenio callejero está formado por la Plaza Altamira, la Av. Francisco de Miranda, la 1ra Transversal con 1ra Av. de Los Palos Grandes, la 3ra Transversal de Los Palos Grandes y la Av. Luis Roche, unas pocas cuadras en las que algunos artistas y otros a quienes, a falta de una mejor definición, podríamos catalogar como humoristas y/o filósofos jodedores se han dado a la tarea de recordarnos que en esta ciudad canalla se puede escuchar no sólo el sonido feroz de tráfico, sino, también, la voz ingeniosa y, por qué no, cínica y divertida de quienes, teniendo mucho que decir, optan por el más digno mass media, si no el único, que existe: la calle. ¡Y lo mejor es que sucede en toda Caracas! De modo que si usted anda de buen ánimo un día y quiere enterarse de qué va la vida (por lo menos para otros), escuche atentamente la voz pintada y escrita en nuestras paredes. Y si tiene un celular con cámara, tóme fotos que no duran mucho.

Nota: en el futuro, probablemente, iré agregando más fotos.